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Frank Herbert, el hombre que soñó con el desierto

No hay selvas ni montañas flotantes ni habitantes azules. El planeta no se llama Pandora, sino Dune, y es un planeta-desierto. Mucho tiempo antes de Avatar, Frank Herbert publicaba el primer libro de ciencia ficción que hacía del medioambiente su leitmotiv, una de las novelas más vendidas del mundo e inspiración de una película de culto dirigida por David Lynch. Ecología, religión, genética, política y psicología se dan la mano en un universo único; una parábola de nuestro propio mundo que ha resistido incólume al paso de las décadas.

No en vano, Dune ha sido considerada una de las mejores novelas de ciencia ficción de todos los tiempos.

El hombre-arena

Detrás de Dune hay un creador inquieto que nació en Tacoma, Washington, en 1920. A los veinte años comenzó a vender sus relatos y artículos en revistas pulp, afición que compatibilizaba con oficios tan dispares como periodista, locutor de radio, cámara de televisión, pescador de ostras, instructor de supervivencia en la selva, maestro y analista ecológico. Durante la Segunda Guerra Mundial incluso ejerció como fotógrafo.

Estudió Psicología, pero según su hijo Brian, nunca llegó a graduarse porque estudiaba sólo lo que le interesaba. Precisamente fue en una clase de escritura creativa en la universidad donde conoció a su segunda mujer, Beverly Ann Stuart, madre de Brian y de su hermano Bruce. Su pasión por la ecología le llevó a vivir con su familia en una granja autosuficiente, primero en Washington, después en Hawái.

Su carrera como novelista comenzó a los 35 años con El Dragón en el mar, donde se iniciaba en la temática del medioambiente y predecía las consecuencias de la explotación del petróleo. Cuatro años después, al preparar un artículo sobre las dunas de Florence (Oregón), se dio cuenta de que había recopilado mucho más material del que necesitaba. Nunca llegó a publicarlo, pero ese material se convirtió en el germen de Dune.

Seis años le llevó escribir esta obra, cuya extensión -demasiado larga para ser comercializada-, le obligó a dividirlo en dos tomos: Dune World y Prophet of Dune. Fue rechazada por 20 editoriales hasta que una pequeña firma accedió a publicarlo. Y apostó al caballo ganador: la obra ganó los prestigiosos premios Nébula y Hugo, recaudó mucho más que ningún otro libro de ciencia ficción y sentó las bases de una fructífera franquicia: Dune (1965), El Mesías de Dune (1969), Hijos de Dune (1976), Dios Emperador de Dune (1981), Herejes de Dune (1984) y Casa Capitular Dune (1985). Otras dos obras se quedaron en el tintero cuando Frank Herbert murió de cáncer a los 65 años, pero Brian tomó el testigo y ha continuado su obra hasta nuestros días.

Dune, la odisea

Dune es a la ciencia ficción lo que El Señor de los Anillos a la fantasía, y por su complejidad, su adaptación a la pantalla ha sido titánica. Alejandro Jodorowsky lo intentó en 1970. Invirtió cinco años en una película de proporciones desmesuradas: con una duración de 14 horas, contaba con Orson Welles en el papel del barón Harkonen y Dalí como emperador (cobrando 100.000 dólares a la hora) sentado en un retrete de oro a modo de trono. Moebius realizó el story board y más de 3.000 diseños de escenarios y personajes (en silueta, Gaius Helen Mohiam). El no menos genial H. G. Giger fue fichado para diseñar el planeta de los Harkonen. Tan ambicioso proyecto se cayó por su propio peso.

Ya en los ochenta, David Lynch dirigió la adaptación definitiva relevando a Ridley Scott, que tuvo que abandonar por la muerte de su hermano Frank. Ese mismo año murió la mujer de Frank Herbert, pero el autor acogió el filme con ilusión. Tras una nueva adaptación en forma de miniserie en 2000, en la actualidad, el francés Pierre Morel se enfrenta al reto de resucitar la saga, que protagonizaría Robert Pattinson (Crepúsculo) si los rumores son ciertos. Que la suerte les acompañe.

Continuador de un gran legado

Muchos le acusan de ganarse la vida a costa de su padre. Otros le agradecen que mantenga vivo y extienda el universo que su padre dejó incompleto al morir. Sean cuales fueran sus motivos, Brian Herbert, en colaboración con  el escritor de ciencia ficción Kevin J. Anderson, ha escrito cuatro series de trilogías, dos que son precuelas de la saga de Frank Herbert, y otras dos posteriores, basadas en las notas de su padre. La última consta de Paul of Dune, The Winds of Dune y The Throne Of Dune, inéditas en España.

Noticia extraída de 20 Minutos.

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