Caso Heath Ledger: Habla Chris Nolan


Publicado el lunes 28 enero 2008


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El director de «Batman Begins» rinde homenaje al actor fallecido a través de un artículo titulado «Carisma, tan natural como la gravedad».

 

– Carisma, tan natural como la gravedad –

 

«Una noche, en mitad de LaSalle Street en Chicago, intentando poner en orden una toma de «The Dark Knight,» un ayudante de producción entra en monopatín en mi vista. En silencio, maldigo el momento en que Heath patinó por primera vez en nuestro set con el maquillaje completo de su personaje. Me preocupaba la reacción de los fans de Batman a un Joker en monopatín, pero el resultado real fue una proliferación de patinadores entre los miembros más jóvenes del equipo. Si preguntases a esos chicos por qué decidieron traerse los monopatines al trabajo, te contestarían honestamente que no lo saben. Eso es auténtico carisma… tan invisible y natural como la gravedad. Eso es lo que Heath tenía.Heath hervía de creatividad. Estaba en cada uno de sus gestos. Una vez me dijo que le gustaba esperar entre trabajos hasta que estaba hambriento de creatividad. Hasta que lo necesitase otra vez. Traía esa actitud al set todos los días.No hay muchos actores que puedan hacerte sentir avergonzado de lo a menudo que te quejas por hacer el mejor trabajo del mundo. Heath era uno de ellos. Una vez él y otro actor estaban rodando una escena complicada. Teníamos dos días para rodarla, y al final del primer día, realmente habían encontrado algo y a Heath le preocupaba que pudiera no tenerlo si parábamos. Quería seguir adelante y acabar la escena. Es duro pedir al equipo que trabaje hasta tarde cuando todos sabemos que hay tiempo de sobra para acabar al día siguiente. Pero todo el mundo parecía entender que Heath tenía algo especial y que teníamos que capturarlo antes de que desapareciera. Meses después, descubrí que cuando Heath se fue del set aquella noche, fue tranquilamente dándole las gracias a todos los miembros del equipo por quedarse hasta tarde. Tranquilamente. No intentando destacar, sólo agradecido por la oportunidad de creación que le habían dado.Esas noches en las calles de Chicago teníamos dobles de acción por todas partes. Esas ocasiones pueden ser aburridas para un actor, pero Heath estaba fascinado, aceptando ansioso nuestra invitación para montar en el coche que llevaba la cámara mientras perseguíamos vehículos por entre el tráfico de la película… no sólo por la emoción, sino por ser parte de ello, de todo. Se había traído el portátil en el coche, y tuvimos una proyección a toda velocidad de dos de sus trabajos en progreso: cortos que había hecho, excitantes y evocadores. Su exhuberancia me hizo sentirme agotado. Nunca me había sentido tan viejo como viendo a Heath explorar sus talentos. Esa noche le invité (sabiendo que no iba a salir de él) a venir por el set cualquier noche libre que tuviera para que viera cómo trabajábamos.Cuando entras en la sala de edición después del rodaje de una película, sientes una responsabilidad hacia un actor que ha confiado en ti, y Heath nos lo dio todo.

 

Al empezar el montaje, me preguntaría qué tomas íbamos a escoger, qué arreglos íbamos a hacer. Visualizaría la proyección donde tuviéramos que proyectar… sentados tres o cuatro filas detrás de él, observando los movimientos de su cabeza para buscar pistas de qué pensaba de lo que habíamos hecho con todo lo que él nos había dado. Ahora esa proyección nunca será real. Le veo todos los días en mi sala de montaje. Estudio su cara, su voz. Y lo echo terriblemente de menos. De vuelta en LaSalle Street, me vuelvo a mi ayudante de dirección y le digo que eche a ese crío en monopatín de mi vista cuando me doy cuenta… es Heath, con su gorro de lana por encima de los ojos, que ha venido en una noche libre a aceptar mi invitación. No puedo evitar sonreír.»

Q.E.P.D.

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