De los efectos visuales del T-1000 en Terminator 2


Publicado el miércoles 8 julio 2015


Como la semana pasada se estrenaba en todos lados menos en España Terminator: Genisys, peli que mezcla todo lo pasado y la saga entera en una aventura temporal de nuevo con los robots, parece que todo el mundo termina comparándola con la mejor de toda la saga: Terminator 2: El Día del Juicio Final.

Mientras esta última entrega nos muestra un T-1000 en el hilo ‘original’ inicial interpretado por Byung-hun Lee en lugar de Robert Patrick, esta vez los efectos regenerativos líquidos del Terminator están hechos completamente en CGI. Pero si miramos atrás a 1990, aunque T2 fuera una pionera en cuanto a efectos digitales, muchos de los efectos que vimos fueron creados por la Stan Winston Studios. Y tenemos un gran vistazo en como los efectos del T-1000 se hicieron para Terminator 2.

Hablando sobre el trabajo que se tenía que hacer para la secuela de James Cameron, el supervistor de los Stan Winston Studios y cofundador de Legacy Effects John Rosengrant dice:

“Los endoesqueletos, que fueron lo más tedioso en Terminator 1, fueron el menor de nuestros problemas en Terminator 2. De lejos, las cosas más duras que hicimos para Terminator 2 fueron los efectos de la física aplicados al personaje del T-1000. Hicimos muchos trucos de cámara para ello. Cada día, había que hacer algo nuevo que era un reto.”

Y sí, parece que ha habido una época en la que hacerlo todo en CGI era lo suyo por hacerlo ‘más asequible’, pero ya hay una nueva corriente que vuelve a lo de toda la vida retando a su equipo de producción y con efectos practicos que siempre quedan mejor en cámara (explosiones por ejemplo). Pero veamos como se las ingeniaron en los 90 para nuestro T-1000 con fotos de la Stan Winston School:

Como podeis observar, no fue tarea fácil. Los efectos de la cabeza partida de la escena del hospital requirió dos ‘teleñecos’ articulados. Uno se usó en el plano en el que la cabeza se abre, que vemos en la peli desde atrás. Para crear ese efecto, esculpieron al mismo Robert Patrick en una mezcla arenosa, lo cortaron y abrieron; después hicieron un molde para terminar haciendo una especie de teleñeco de eso.

La magia del cine puede ser impresionante incluso a día de hoy, pero un trabajo como este sobre el que han pasado 25 años todavía lo encumbra a otro nivel. Lástima que esto no se estile mucho hoy en día.

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